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Cámpora: Lealtad, debate y mitoLic. Pablo A. Vázquez
El Convencional Constituyente que el 11 de marzo de 1949 juró la Carta Magna Justicialista, casualmente, o casualmente, en la misma fecha, pero casi un cuarto de siglo después, fue la cabeza del triunfo en la elección que marcó el fin de la proscripción del peronismo. En el juego entre Perón, el PJ, la CGT y los Montoneros - de mutua colaboración y conveniencia – la designación de Cámpora generó sorpresas, pero fueron los últimos quienes mejor aprovecharon la ocasión dando un fuerte respaldo y esperando ocupar lugares privilegiados en el próximo gobierno. El Tío, llamado así por la JP, tuvo el cargo por azar, como pudieron ser nombrados Taiana, Benitez, Licastro, Matera o Cafiero. Sin restarle mérito, pero la coyuntura necesitó de alguien leal y sin dobleces. “…Durante toda mi vida política no he sido otra cosa más que un modesto soldado de la causa nacional y peronista. Pretendo seguir siéndolo en el futuro, durante el ejercicio del gobierno y después que concluya el mandato para el que he sido convocado y que serviré hasta el límite de mis capacidades”. Y la mención a Perón es explícita: “Esta hora augusta del reencuentro argentino. Esta hora preñada de esperanzas, acaso ingenuas para algunos, pero nunca tan cercanas de convertirse en realidad, es la hora de Perón. La presencia de Allende y Dorticos, la JP en Plaza de Mayo, el devotazo, El Pacto Social, el plan Gelbard, la posición del embajador Vázquez en la ONU, y las palabras de Righi ante la policía, abrigó esperanzas a muchos de una primavera revolucionaria. El retorno definitivo de Perón el 20 de junio de 1973 marcó a sangre y fuego dicha experiencia. Luego el mito de Cámpora: para algunos fue equiparado a Salvador Allende, con sus 40 días revolucionarios, fallidos por las intrigas de la ortodoxia peronista contra el proyecto de la “juventud maravillosa”; para otros el promotor del marxismo y la disolución de nuestro “ser nacional”, traicionando los valores tradicionales del peronismo. Su renuncia, el nombramiento como embajador en México y, ante el golpe del ’76 se refugia en la embajada mexicana en Buenos Aires. Afectado de un cáncer se le permitió, por parte de la Dictadura, viajar a México donde falleció a fines de 1980. * Politólogo; Docente UNLZ y UCES; Miembro de los Institutos Nacionales, Eva Perón, Juan Manuel de Rosas y Manuel Dorrego
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