Opinion
A las 20:25 horas del 26 de julio de 1952

 Por Pablo Vázquez Politólogo; Docente de la UCES; Miembro de Número de los Institutos Nacionales Eva Perón y Juan Manuel de Rosas











 




Hace 71 años una revolución imparable puso la Argentina en marcha. Distribución de la riqueza y pleno empleo, Planes Quinquenales y derechos sociales, con el respaldo pleno de un movimiento obrero organizado bajo la conducción de Perón y Evita.

Ella, de primera dama o líder política: promovió el voto femenino, redobló su obra en la Fundación de Ayuda Social, impulsó al Partido Peronista Femenino, profundizó su relación con la CGT y se desvivió en dignificar al Pueblo.

 

Ninguna crítica despiadada de la oposición le hizo mella. Pero lo que ellos no pudieron, lo pudo su cuerpo.
El cáncer de matriz detectado en 1950 avanzó, tanto como avanzó su lucha.
El 22 de agosto de 1951 iba a legalizar su poder con la demostración que el Pueblo todo la legitimaba.
Y se intentó otro golpe más duro que el cáncer: la presión militar y de la oposición impuso su Renunciamiento.

Luego – tras el intento de golpe del Gral. Menéndez – el suministro secreto de Evita a la CGT de armas y el intento de milicias obreras fue abortado por quienes luego volverían esas armas contra Perón.
El 17 de octubre, dedicado a ella, fue una despedida al Pueblo y a su hombre.
La operación en noviembre – cuando ella postrada vota por primera y única vez - daría reducidas esperanzas.

Ya en el ‘52 la suerte estaba echada, pero aún daba batalla como en el discurso del 1º de mayo donde llama a defender a la Revolución y a su Líder.
Como diría Fermín Chávez: El “Evita se muere” no era ya una frase más, politizada.
Era una verdad.
Como verdad era la afirmación del Padre Hernán Benítez: “Compañeros: pedimos el milagro de la salud de Eva Perón. Ya nos ha concedido otro: el milagro del heroísmo cristiano de Eva Perón…”.

Al borde de su fin compromete a su amor: “Juan, pase lo que pase, lo único que te pido es que no abandones nunca a los grasitas”.
Siendo las 20.25 horas del 26 de julio de 1952 Evita moría…

Como expresó Maria Elena Walsh en su poema "Eva" de 1976:

"Días de julio del 52 ¿Qué importa donde estaba yo? II No descanses en paz, alza los brazos no para el día del renunciamiento sino para juntarte a las mujeres con tu bandera redentora lavada en pólvora, resucitando.
No sé quién fuiste, pero te jugaste.
Torciste el Riachuelo a Plaza de Mayo, metiste a las mujeres en la historia de prepo, arrebatando los micrófonos, repartiendo venganzas y limosnas.
(...)
Tener agallas, como vos tuviste, fanática, leal, desenfrenada en el candor de la beneficencia pero la única que se dio el lujo de coronarse por los sumergidos.
Agallas para hacer de nuevo el mundo.
Tener agallas para gritar basta aunque nos amordacen con cañones".

Queda potenciar nuestro compromiso, ya que ella nos reclama luchar fanáticamente, bajo la fe peronista y el amparo del Movimiento Obrero Organizado como fuerza revolucionaria de la Patria.